viernes, 27 de enero de 2012

Las Paguas

En la frutería de Eva, en el mercado de Barceló, una señora llega apresurada saltándose la vez porque acaba de comprar ahí pero ha olvidado algo.

SEÑORA: Es que las he visto ahí y luego se me ha olvidado pedirlas.
EVA: Dime, cariño.
SEÑORA: Dame un kilo de paguas.
EVA: ¿De qué?
SEÑORA: De paguas.
EVA: Yo eso no lo tengo, cariño.
SEÑORA: No lo vas a tener si las estoy viendo.

La señora señala al cartel de: "P.Agua".

EVA: Pero cariño, eso son peras de agua, no paguas.
SEÑORA: Ah, bueno, como ahora le cambian el nombre a todo, yo que sé.

lunes, 23 de enero de 2012

Equipo

Dos yonquis caminan muy deprisa por la calle la Palma, acaban de pillar hachís en el Dos de Mayo y uno le pasa la piedra al otro diciéndole: “parte tú el huevo, que tienes piños”.

jueves, 12 de enero de 2012

Juegos

En el patio de un colegio, unos niños se pasan el balón burlones mientras otro corre tras ellos gritando: "el balón es mío y mando yo". En una esquina, un grupo de niñas se arremolina para ver algo que ha sacado una de ellas: una pequeña llave plateada. La pasa de mano en mano y dice misteriosa y solemne: "es de un diario".

lunes, 9 de enero de 2012

El coro

Un grupo de niños de un coro come silenciosamente el menú del día en un restaurante. Cuando están terminando, alguien del local le pregunta al hombre mayor que les acompaña si podrían cantar alguna canción y él, humilde y orgulloso a la par, pide a cambio una copa de coñac. Le sirven la copa, todo el mundo deja de trabajar, los niños cantan y la concurrencia enmudece maravillada. Después llegan los postres, pero la mayoría de los chicos dejan intacto el helado que les corresponde, para cuidar la garganta, supongo.

miércoles, 4 de enero de 2012

Clases

En un kiosko en Zahara de los Atunes un niño bastante obeso gasta los 2,75 euros que ha derramado en el mostrador en golosinas varias, "una de cada", dice todo el rato. Su amigo, con un presupuesto de 1,50 que amontona en una torrecita, empieza a pedir entusiasmado, pero cuando aún le quedan 40 céntimos no sabe seguir. Doña Catalina, la señora que les atiende, trata de endosarle un par de Chupachups, "que duran mucho y así está entretenido más rato", pero el niño se decide por un sobre con pinta radiactiva. Le toca el turno al otro amigo, que remolonea lejos del mostrador: "Es que he estado malo y me va a sentar mal", dice. Los otros insisten, ir al parque sin chuches no tiene sentido. Finalmente, despechado y de mala gana, el chaval abre la mano en la que escondía sus 50 céntimos y compra dos regalices extralargos y un Chupachups.