martes, 27 de septiembre de 2011

Menú del día

Hay un tipo comiendo el menú del día en el bar “La Luna”. Habla con una mujer que tiene enfrente, arrastra tanto las consonantes que casi ni las pronuncia, no se le entiende una frase completa. La mujer es una tía muy muy fea, con pinta de chabolista o de La Celsa, pero puede que sea su gestora. Él es fuerte y rudo, se parece a Ed Harris, tiene unos brazos enormes que no son de gimnasio y su tono es déspota y autoritario; por lo poco que descifro tiene gente a su cargo y sabe quien hace bien o mal las cosas y lo qué merecen estos últimos. Es un taller, una fábrica de algo, un muelle de carga y descarga, no sé.

La cocinera sale y les retira los platos, pone el segundo, tira dos cañas, las sirve. Ni la miran mientras despotrican, hablan y beben con la boca llena. Luego pone dos platos de macarrones en la barra del bar, abre un sobre de queso del Eroski y se lo echa a uno de ellos.

Justo en ese momento, entran unas niñas con uniforme de colegio y se sientan a comer en la misma mesa que Edharris. La cocinera le pone los macarrones en la mesa, en el momento exacto, como si fueran parte de una cadena de montaje: es la madre de las niñas y la esposa del hombre bruto.

Algo murmura la niña del plato con queso que provoca la ira del padre: “cuando te digo no es no, y no vuelves a preguntar, ¿entiendes? Que se te meta en la mollera (la señala): no, es no. Si preguntas algo y te digo no y vuelves a preguntar, todo lo que pidas ese día ya es no, sin saber siquiera lo que es. ¿Te queda claro?”. Lo dice muy enfadado pero no a gritos, con el tono de los oficiales del ejército explicando cómo llevar las botas impecables so pena de calabozo. La niña baja la cabeza al plato y, temerosa, coge con la mano una brizna de queso. La cocinera/madre pasa por su lado y la besa fugazmente en la cabeza, es un gesto de cariño tan veloz como el de un mago y pasa desapercibido a los ojos desdeñosos del padre, que sólo mira como su mujer le tira la siguiente caña.

sábado, 24 de septiembre de 2011

La señora Carmen

Espíritu Santo con Corredera Alta de San Pablo

En realidad yo no conocía a la señora Carmen, pero ahora que se ha muerto creo que la voy a echar de menos. La veía a diario, solía llevar moño y delantal. Se ponía en la esquina de Espíritu Santo con Corredera y vendía cupones para el sorteo de las cosas que había en su mesa plegable. Casi siempre eran botellas de aceite de oliva, a veces sábanas o toallas, algún electrodoméstico pequeño...
En el altar improvisado que le hicieron los vecinos del barrio había una nota en la que ponía: "Yo no te digo que toque, pero puede tocar". Seguramente eso es lo que decía siempre la señora Carmen.
Yo solo recuerdo que en el puesto tenía una bolsa de chuches para perros y cuando yo paseaba a Pablo ella le saludaba, le hacía un poco de feria y le regalaba un palito que él nunca se comía; de hecho el perro pasaba bastante del regalo, pero ella se lo daba igual. A mi me daba un poco de apuro y alguna vez pensé que, en compensación, debía comprarle algun décimo de esos suyos, pero no me atreví. Sentía que había que ser "muy del barrio de toda la vida" para pertenecer a la lotería de la señora Carmen y que no iba a saber hacerlo con naturalidad.
El caso es que ahora paso por esa esquina y será siempre la esquina de la señora Carmen. Me acordaré de las golosinas de perro y me vendrá a la cabeza una enseñanza que ella nunca me dió para que ahora yo sé: "no te digo que se las vaya a comer, pero puede comérselas".

jueves, 22 de septiembre de 2011

El looser

Ilustración de Olga de Dios

Uno que va a fiestas de lesbianas con una amiga. Cuando su amiga se va al baño se queda ahí, bailando solo pero dándolo todo, como diciendo “estoy aquí porque realmente me mola la música no porque sea un looser mas solo que la una que sale con bolleras".

Un señor en la carnicería del Rotterdam

lunes, 19 de septiembre de 2011

Ligones

Un camarero que trabaja por el barrio, imita impunemente el look de Fito Fitipaldi. Está en una terraza un lunes por la mañana pidiendo güisqui con naranja natural. Empieza a hablar con unas chicas de otra mesa, son actrices, le cuentan. Llega un amigo del Fitipaldi que vuelve del baño y se une a la conversación. Sin preámbulos y sin motivo reflexionan sobre el sexo y la ternura, la vuelta a la moda de las medias de encaje y la vida en Berlín y en Ibiza. Coquetean. Ellas han ido de compras y ahora están desayunando, ellos confiesan que están de reenganche. Fitipaldi les cuenta que se quedó a puerta cerrada en el bar y tras tomarse dos piscos por ahí, ha decidido venirse a que le de el sol, porque es su día libre. Presume de la vida y glorias del camarero y les invita a tomar algo en “su” bar, que ya habrá abierto de nuevo. Sólo en este rato se ha pimplado cuatro cervezas, ellas un café. Ahora las chicas tienen un poco de miedo y asco por el tipo que han conocido tan espontáneamente. Una habla de un amigo suyo alcoholizado. El dice “lets go”. Se levantan todos para ir a “su” bar. Las chicas echan a andar delante y bromean incómodas: “a ver si te vamos a dar esquinazo”. Él les mira el culo descaradamente, sonríe a una cámara imaginaria y va detrás.

sábado, 17 de septiembre de 2011

La hipocresía

Marco Aldany, cabina de estética. La que me depila habla con otra alumna que está por allí sentada de una discusión que ha habido en la escuela. Por lo visto una alumna negra y una profesora se han faltado al respeto. La otra no sabía nada, pero la mía le cuenta que la alumna negra es la culpable, se merece lo que le han hecho y aunque no se la puede echar según su opinión no merece estar ahí. Despellejan a la compañera un buen rato sin ningún pudor. Sin embargo, cuando salimos y esta chica me acompaña a la caja de recepción, veo que le toca el hombro, cómplice, a una chica negra que practica con un maniquí. Le sonríe y le murmura unas palabras de apoyo, comprensión, de indignación compartida.

martes, 13 de septiembre de 2011

Suerte

Entrevistan a una mujer en la tele tras la noticia de que alguien ha muerto al caer desde un quinto piso. La mujer es vecina del edificio y declara que si hubiera estado en su balcón le hubiera caído encima a ella.

lunes, 12 de septiembre de 2011

Loteria

Una vendedora de cupones con pinta de haber tenido muy mala vida. Tiene una parálisis en medio cuerpo y camina con dificultad. Yo imagino que es de un ictus por la droga o de un accidente de coche, seguro que por la droga también. Por alguna extraña razón le guiño un ojo, en plan cómplice, como si su situación me pareciera lo más.

jueves, 8 de septiembre de 2011

El romero

Primero pasa él hablando por teléfono con tono amenazante, dice "muchas gracias por todo" y "no volverte a ver en mi puta vida". Es un chaval de unos 20 años, alto, bastante mono. A la media hora llega ella, menuda, con una larga melena con la que se tapa la cara. Él no para de repetirle, como si fuera un insulto: "venga, dímelo, dime lo que quiero oir". Ella llora. - No puedo más. - El qué no puedes, vamos a ver. - ¿Qué pasa cuando una ya ha hecho todo lo que podía? - Pues que no lo ha hecho, que no ha sido capaz, que no lo ha hecho. Así que venga, dímelo, dímelo para que me vaya a gusto. - No aguanto más, por favor. - ¿Aguantar? Si estás todo el puto día llorando. Qué vas a aguantar, eres tú quien me arrastras para darme el doble de dolor. ¿Para qué me llamas si luego no tienes huevos para decirlo? ¿Verdad? Si tienes huevos para llamar, dilo. No te voy a insultar, ni te voy a hacer tanto daño que dices que te hago. Dilo y punto. Y yo me voy tan tranquilito y así te olvido. Que no me va a costar tanto como yo pensaba. Dilo y no me vuelves a ver el pelo. Vamos, dilo que me vaya tranquilo. - Te da igual todo, yo te quiero pero- - Pero qué. Si fuera verdad segurias luchando y harías todo lo que fuera y más. - Todo lo interpretas mal, interpretas mal eso y muchas otras cosas. - Pues interpreto lo que veo y lo que siento. Punto pelota. No hay más. Eres tú la que siempre está de mal rollo. - Nos estamos destrozando, solo hay dolor y dolor. - Pues por eso, venga, dímelo, ten huevos. A mi me da igual, te lo juro, me da exactamente igual ya todo. - No quiero más daño. - Pues vamos, dímelo, cobarde, haz algo por una puta vez en tu vida. Ni eso eres capaz ¿verdad? Pues ya me voy yo. Pero te juro que no me vas a volver a ver en la vida. No me llames, no me sigas, nada. No quiero saber nada de ti en la puta vida ¿me oyes? Él hace una amago de irse, ella solloza amargamente: - Ahora parece que me odias. - Porque todo lo que has hecho lo vas a recibir por otra parte. - ¿Lo ves? Eres tú el que me odia. - Si tanto te odiara ni había venido a ver que eres una mierda que no tiene ni el valor de dejarme. Termino de podar la planta de romero, está seca y un montón de ramitas han caído a la calle. Me jode que algún día esos chicos piensen que el odio huele a romero.

martes, 6 de septiembre de 2011

La escritora

En el videoclub, una chica con sombrero y un cuaderno. En la portada ha pegado una foto de revista de cine y en el interior hay apuntes desordenados, con letra desvaída y rodeados de nubes, circulos concéntricos o símbolos hechos con el boli de diez colores. Lo abre y lo cierra todo el rato sin venir a cuento, no consulta ni escribe nada, es para que el resto de clientes nos percatemos de sus aptitudes bohemias.

viernes, 2 de septiembre de 2011

Polvo será, más polvo enamorado

A la salida del mercado hay una pareja de ancianos a cada cual mas doblado. La mujer trata de ayudar a su marido que lleva un cajón de higos. El hombre, muy digno pero cariñoso, la aparta con fuerza y además le coge a ella la bolsa de fruta que lleva. Va arringado, pero es un caballero hasta el final.

jueves, 1 de septiembre de 2011

A las diez de la mañana

A las 10,00 de la mañana, en el Lolina, un tio le cuenta a otro: "es que estoy ansioso, tio, porque estoy sin beber y todo eso y me pongo ansioso. Me pongo ciego de Cocacolas y mierdas de esas, pero da igual. Encima ahora como tengo tanto tiempo libre quedo con toda la gente y fijate, a las seis y media me he levantado, ahora he quedado contigo y, claro, ya estoy como loco".