En el Centro de Especialidades de Pontones un hombre mayor pide varias citas para neumología en los mostradores de atención. Lleva un cigarro de esos electrónicos que chupa sin ganas y comienza a hablar con el chico que le atiende:
SEÑOR: Esto del no fumar...A veces me puedo tirar tres o cuatro horas sin acordarme, pero hay veces que me vienen unas ganas que me subo por las paredes.
ADMINISTRATIVO: Es que es muy difícil dejar de fumar. Yo lo dejé una vez, tres meses, pero luego no aguanté y volví.
SEÑOR: Mis hijos también han cogido miedo y lo han dejado. Aunque uno lo dejó una vez cuatro años y luego volvió.
ADMINISTRATIVO: Eso si que tiene delito, porque tres meses... vale, pero después de cuatro años...
SEÑOR: Esta vez no ha vuelto.
ADMINISTRATIVO: Es que después de comer o con una cervecita...
SEÑOR: Ahora con la legislación lo han puesto más fácil.
ADMINISTRATIVO: Ya, pero yo salgo por ahí y, aunque tenga que salir fuera, al final alguno cae.
SEÑOR: Ya, pero es que si te fumas uno...
ADMINISTRATIVO: Si te fumas uno, te fumas cien.
SEÑOR: Hombre...
ADMINISTRATIVO: Es que es adicitivo, eso lo sabemos, es una sustancia adictiva, por eso es tan difícil dejarlo y nadie lo consigue a la primera.
SEÑOR: La verdad es que es difícil, sí.
ADMINISTRATIVO: Claro, porque apetece, porque no se le olvida.
SEÑOR: No, no se me olvida.
ADMISTRATIVO: Cómo se le va a olvidar, es normal.
Y el señor se va de allí dando mordiscos al cigarrillo de mentira.
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